Si de algo podemos estar seguros con el ajedrez es de que nunca habrá dos partidas iguales, gracias a sus múltiples variables. Entonces ¿cuál es la mejor forma de jugar? ¿Hay alguna fórmula infalible para ganar?

Jugadores de todo el mundo han intentado resolver esta incógnita durante años, permitiendo la creación de numerosos métodos de juego. Estas distintas enseñanzas y enfoques se han agrupado a su vez en lo que conocemos como escuelas. Agrupaciones de jugadores con una misma tendencia o estilo propio de juego, que comparten un punto de vista sobre el ajedrez. En el artículo de hoy, os contaremos los secretos de algunas de las más famosas.

Escuela romántica de ajedrez: proveniente de Italia en el siglo XVI. Su estilo está basado en el movimiento literario del romanticismo. Se basa en un juego abierto, sin planificar a largo plazo. Donde se busca la belleza a través de múltiples combinaciones para terminar con la jugada más espectacular. Su principal aportación al ajedrez fue la metodología en partidas abiertas. Se considera que la era romántica finaliza con el torneo de Viena de 1873. En él, Wilhelm Steinitz, popularizó el juego posicional, dando paso a la escuela moderna de ajedrez.

Escuela moderna: en contraposición de la escuela romántica, la escuela moderna estableció un sistema de posición. A partir del estudio analítico del juego, se determinaban las mejores posiciones de las diferentes piezas en cada situación. De este modo, el principal objetivo es conseguir ventajas estratégicas tanto en ataque como en defensa. Algunos de sus principios son: 

  • Superioridad de los alfiles sobre los caballos. 
  • Importancia de las aperturas y control del centro. 

Como todo nuevo método tuvo sus detractores. Aunque finalmente reconocieron su derrota al ver las ventajas que aportaba el nuevo sistema frente a la escuela romántica.

Escuela hipermoderna: derivada de la escuela moderna. Mantuvo muchas de las ideas anteriores y entre ellas la más destacable era la de mantener el control del centro. Sin embargo, proponía liderar el centro a distancia, sin ocuparlo. Se estudiaron con detenimiento las distintas aperturas, cuya aparición supuso toda una revolución para el juego. Se cambió el posicionamiento inicial de los peones para conseguir el liderazgo de la zona central con el resto de las piezas y detener los avances de los peones, creando una debilidad. En definitiva, se popularizó la idea de derrocar al rey mediante la oposición de los peones.

Escuela Soviética: debido a que los ajedrecistas soviéticos aportaron tantas teorías y registraron numerosos éxitos en la práctica, esta escuela es la que ha ejercido mayor influencia en los últimos años. Una de sus características fue el desarrollo de las aperturas y la agresividad en el movimiento de las piezas. La forma de jugar de los soviéticos impactó en los occidentales. Incluso Bobby Fischer se considera alumno de esta escuela a pesar de la distancia.

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